martes, 25 de marzo de 2014

COMENTARIO CRÍTICO DE LOS GIRASOLES CIEGOS


FRAGMENTO DE LA CUARTA DERROTA

Una de las cosas que más me sorprende es que, inevitablemente, todos teníamos recuerdos de la guerra civil, del cerco de Madrid, de los acosos de las bombas y de los obuses. Sin embargo, nunca hablábamos de ello.

En el colegio, Franco, José Antonio Primo de Rivera, la Falange, el Movimiento eran cosas que habían aparecido como por ensalmo, que habían caído del cielo para poner orden en el caos, para devolver a los hombres la gloria y la cordura. No había víctimas, eran héroes, no había muertos, eran caídos por Dios y por España, y no había guerra porque la Victoria, al escribirse con mayúscula, era algo más parecido a la fuerza de la gravedad que a la resolución de un conflicto entre los hombres.

Del grupo de amigos que formaban parte de aquel universo sólo uno, Javier Ruiz Tapiador, vestía muy de tarde en tarde el uniforme de Flecha. Tenía ocho años y ya parecía un hombre en miniatura: hablaba con voz grave, tenía un tupé inalterable por la brillantina y una forma de vestir que reflejaba cierto bienestar en su familia. Su casa era caliente, y acogedora y, para corroborar su liderazgo, tenía un hermano mayor, Carlos, que nos contaba cuentos de terror a todo el grupo de amigos con una pasión en sus descripciones, con una maestría para crear situaciones horrendas, que aún hoy sigue sorprendiéndome su inefable capacidad de narrar historias improvisadas.

A la luz de una vela que le confería un aire fantasmal, hablando cadenciosamente y salpicando su narración de onomatopeyas escalofriantes, comenzaba siempre su relato hablándonos de unos hechos pavorosos que él había presenciado.

Los protagonistas eran siempre un grupo de niños de nuestra edad acosados por un ejército de leprosos que se movían lenta y amenazadoramente buscando nuestras vísceras como si fueran su única posibilidad de sobrevivir. La lepra no era una enfermedad infecciosa, era una enfermedad del alma y su peligro no estribaba en el contagio sino en su voracidad caníbal.

Comentario crítico hecho por Alejandro García de 2º de Bach.B

En este fragmento de los Girasoles Ciegos se trata el tema de la pérdida del significado real de las palabras durante la guerra civil de 1936 y dictadura franquista, y que sigue aún, incluso en la actualidad, siendo un tema muy discutido y recurrente.

Uno de los objetivos del régimen fascista fue sin duda adaptar la mentalidad de la población, y sobre todo de los jóvenes, para conseguir apoyos y así perpetuarse en el poder, de ahí que diera tanta importancia a los movimientos juveniles y a la censura. El Estado crea ideología con la que mantenerse en el poder a través de los medios de comunicación, principalmente. La prensa se convierte en una máquina de ideología que crea su propia "verdad" y que inmediatamente es absorbida y asimilada por sus lectores. Estos no buscan una verdad en la prensa, sino una interpretación complaciente sobre la misma.

En el franquismo el medio de comunicación más importante fue el periodismo, que empleaba sin descaro eufemismos y juegos de palabras para confundir y engañar a la población. De esta manera, no existieron, como dice el texto, "víctimas", sino "héroes", de la misma forma que no fue una "guerra civil" sino un "alzamiento nacional, una cruzada". Así moldeaban la mente de la población, para que interiorizaran diversas justificaciones del golpe de estado fascista.

Incluso hoy en día podemos apreciar que se sigue empleando eufemismos en la televisión, radio, internet, prensa, etc. Los medios no hablan de "estancamiento económico" sino de "crecimiento cero". En las guerras, como la de Irak, no hubo muertos, sino simplemente "daños colaterales". El neoliberalismo estadounidense ha conseguido que sus ciudadanos crean que no existen pobres, a pesar de haber millones que vivan en la miseria. Lo que existe son losers (perdedores) que creen que merecen su situación por no haberse esforzado lo suficiente en un sistema donde lo más importante es el individualismo y la competitividad.

Por esto es necesario que las palabras retomen su significado real, pues actualmente los políticos usan más la lingüística para ganar elecciones que las iniciativas o ideas políticas. Para ello es fundamental que las personas lean, estudien y se interesen más por los asuntos públicos, pues las palabras son un elemento fundamental para la vida en sociedad. Como decían los griegos en la época clásica, "no hay que ser idiotas". (La palabra idiota procede del griego y significa "aquél que no se preocupa por lo público")


1 comentario: